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Con 866 m² de terreno y 935 m² de construcción, la propiedad alberga 21 habitaciones únicas, cada una con personalidad propia y detalles que transmiten autenticidad y calidez. Su atmósfera envuelve al visitante en la experiencia colonial de San Miguel, lo que ha generado lealtad y reconocimiento entre sus huéspedes durante años. Más allá de su éxito actual, el verdadero valor de este hotel se encuentra en su potencial de expansión. La planta baja se presta de manera ideal para el desarrollo de un restaurante de alta gama, capaz de atraer tanto a residentes locales como a turistas internacionales. Y en su terraza, un escenario inmejorable espera transformarse en bar o espacio de eventos, con vistas panorámicas únicas al centro histórico que solo San Miguel puede ofrecer. Esta propiedad representa mucho más que un hotel: es un proyecto en evolución, una oportunidad de capitalizar el turismo creciente en una de las ciudades más cosmopolitas y atractivas de México. Un negocio en funcionamiento, un ícono arquitectónico y una inversión con visión de futuro.